Espiritualidad Rafaeliana e Ignaciana

Virginia a los diez años ingresó en el Colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón en Cochabamba. Esta Orden religiosa fue fundada por Santa Rafaela María, inspirada por el carisma de San Ignacio de Loyola. La vida de Santa Rafaela fue un modelo de oración y entrega al apostolado, soportando en los últimos años de su vida por amor a Jesús las humillaciones a que fue sometida dentro de la propia Congregación. Las religiosas esclavas vivían con todo fervor y con un toque femenino la espiritualidad de los ejercicios espirituales y la consagración a Jesús y a María, unida a una vida de austeridad con la participación diaria en la Eucaristía y en la adoración al Santísimo Sacramento. Su misión externa se centraba en el apostolado de la educación y de la beneficencia En 1928 las Esclavas admitieron a Virginia en la Congregación de las Hijas de María. Toda su vida vivió Virginia fielmente la consagración a María, simbolizada en la medalla de la Virgen Inmaculada. Al mismo tiempo Virginia recibió en el colegio el influjo de la espiritualidad ignaciana fundamentalmente a través de los ejercicios espirituales anuales, dados por jesuitas que venían a Cochabamba.

En 1952 la Compañía de Jesús retornó a Cochabamba, retomando la Parroquia de la Compañía, localizada a escasa distancia de la casa de la familia Blanco. Esta proximidad, unida a la ausencia definitiva de su anterior director espiritual, el P. Casimiro Morales, CMF, trasladado en 1954 a la lejana ciudad de Tarija, hizo que Virginia buscase un apoyo espiritual en los jesuitas, identificándose con sus ideales y obras. Ella colaboró generosamente en la Liga de Vocaciones, en el Noviciado y en la remodelación de la Parroquia de la Compañía de Jesús. Como muestra de reconocimiento la Compañía de Jesús por medio del P. Víctor Blajot, Provincial en Bolivia, el 21 de novembre de 1963, le otorgó la Carta de Hermandad “por la virtud y piedad y la benevolencia […] y tantos beneficios que nos habéis dispensado”.

En su declaración en el proceso de beatificación explica que la Compañía de Jesús agradecida le dio la Carta de Hermandad, “ya que considerábamos a la Sra. Virginia  Blanco no sólo como una gran bienhechora nuestra sino como una persona llena del espíritu ignaciano y ejemplar en su vida y acciones”. Virginia tuvo profunda amistad con varios jesuitas en una fecunda simbiosis. Particularmente influyó en la espiritualidad de Virginia el P. Julián Sayós, SJ, antiguo provincial en Cataluña (España), sacerdote fervoroso, profundo conocedor de la vida y de la espiritualidad de San Ignacio y distinguido por su fidelidad a la Iglesia. Hasta su muerte será el consejero espiritual de la Sierva de Dios. Virginia encontró un fiel colaborador para las obras apostólicas y de beneficencia en el P. Javier Segura, SJ, originario de Mallorca (España), durante muchos años Párroco de la Compañía de Jesús en Cochabamba y Asesor de la Asociación de Mujeres de Acción Católica. Hábil como organizador y emprendedor, el P. Segura fue el gestor y colaborador de mucca de las actividades apostólicas de Virginia Blanco, especialmente el “Arte Sacro”, una tienda de venta de objetos y libros litúrgicos y religiosos que Virginia abrió en su propia casa.