Fortaleza

La Sierva de Dios durante toda su vida cultivó y mantuvo la virtud de la Fortaleza que le permitió superar obstáculos y contratiempos para poder realizar multitud de actividades religiosas, evangelizadoras y caritativas. Su salud física no era robusta. Ya desde joven sufrió varias dolencias y enfermedades que con el tiempo se fueron haciendo crónicas y agravando, impidiendo una actividad plena, como ella habría deseado. No por ello se desanimó, sino que con mucha disciplina mantuvo a raya la diabetes, llevando fielmente un régimen de dieta durante toda su vida. También tuvo que resignarse a no levantarse demasiado temprano y a hacer una siesta después de comer. Sin embargo continuó con sus actividades normales prácticamente hasta el momento de su muerte. Juntamente con su familia hizo frente a situaciones políticas y económicas adversas, sobre todo a causa de la Reforma Agraria en 1953, que expropió a la familia de su hacienda agrícola en Arani. Este acontecimiento lejos de desanimarla a Virginia, le sirvió para iniciar la obra caritativa de los comedores populares para personas de escasos recursos, tarea a la que dedicó gran parte de sus esfuerzos. En la vida diaria sabía hacer frente a los obstáculos y tomar decisiones después de la oportuna reflexión y consulta. Una vez tomada la decisión era perseverante hasta realizar lo que se había propuesto delante de Dios.

En la Acción Católica Virginia como Presidenta primero de la Juventud Femenina y luego de la Asociación de Mujeres actuó siempre con mucha firmeza y perseverancia, una vez que se habían tomado las resoluciones en los respectivos órganos directivos, sin desanimarse por las dificultades.

Un ejemplo notorio fue la financiación de los comedores y del policonsultorio, tarea a la que Virginia dedicaba una parte considerable de su tiempo y de sus energías, incluso visitando a las personas y empresas que colaboraban mensualmente. Recorría a pie pacientemente las calles de la ciudad a pesar de que adolecía de juanetes, enfermedad que terminó deformándole los pies. La Sierva de Dios mantuvo una perseverancia heroica en las actividades y obras que emprendía, llevándolas con responsabilidad perseverante.Al mismo tiempo estaba segura que Dios le ayudaría y nunca la dejaría sola. Por eso mantuvo a lo largo de su vida una tenacia admirables en la oración personal y en el ofrecimiento de misas, acompañando todo ello con la penitencia de cilicios que utilizaba en los casos más difíciles como fue el posible divorcio de un sobrino suyo.

Así lo manifiestan muchos testigos: Virginia mantuvo fortaleza y perseverancia para llevar adelante todas estas obras. No creo que haya decaído en ningún momento por dificultades que tubiera podido tener, especialmente con motivo de su salud. Siempre confiaba en el Señor. Cuando determinaba hacer cualquier cosa, se mantenía firme. Yo creo que Virginia mostró gran fortaleza para superar las épocas de sufrimiento, algunas generales que pueden afectar a cualquier persona y otras familiares, como por ejemplo la muerte de su padre. También soportó con entereza las épocas de crisis que afectaban a las familias terratenientes con temporadas de mucho sufrimiento por las heladas, las sequías, las plagas de langostas. Además tuvo que soportar las persecuciones políticas sobre todo a su cuñado, el marido de su hermana Teresa, durante las cuales Virginia se entregó al cuidado de los hijos de su hermana, casi como madre de ellos. Todo ello Virginia lo vivió con mucha fortaleza, apoyándose en la fe.

Viqui era una mujer perseverante, nunca la vi desanimada, aun cuando a veces estaba indispuesta. Ella vencía eso para darnos ejemplo a nosotras que por cosas más simples damos un paso atrás. Ella nunca lo dio y trabajó mucho, porque, aunque estaba cansada, sabía que la gente la necesitaba. Virginia no se acobardaba por las dificultades porque ella siempre tenía como escudo a Dios y decía que Él la iba a proteger. Por eso, ella iba donde fuese necesaria su presencia. Era muy valiente.