Justicia

Los testimonios coinciden en que Virginia cumplió muy fielmente, casi escrupulosamente, la virtud de la justicia tanto interpersonal como social.

 Justicia interpersonal

Virginia vivió la justicia en el sentido clásico de dar a cada uno lo suyo y también en el sentido más bíblico de amar y dar a los pobres lo necesario para vivir dignamente. Tenía un gran sentido de la justicia con las personas que trabajaban con ella, inclusive les pagaba más de lo que merecía el trabajo. Decía que jamás pidamos rebaja a las vendedoras. Ella las compadecía bastante, pues decía que el trabajo que realizaban era bastante sacrificado y no ganaban mucho. En relación con las empleadas de la casa contrastaba la actitud de Virginia con la de su madre, Doña Daría. Ésta tenía un carácter un poco fuerte y en ocasiones reprendía duramente a las empleadas. Virginia sabía defenderlas y las trataba con delicadeza y cariño, les pagaba puntualmente, les daba catecismo, les enseñaba a rezar y las mandaba los domingos a la Parroquia de la Compañía donde recibían catecismo con el Padre Julio Murillo SJ, y luego con la Sierva de Dios. Especialmente trataba a las dos empleadas íntimas como si fueran sus hermanas y antes de morir les dejó terrenos y dinero para asegurar su vejez. Ellas asimilaron sus enseñanzas y eran también caritativas y generosas, facilitando la continuidad de las obras de beneficencia de la Sierva de Dios, después de su muerte.

Virginia les trataba a sus dos empleadas íntimas, Gregoria y Marika, como hermanas: Me trataba como a una hermana. Siempre me decía: “Tú no eres mi empleada, tú eres mi hermana”.

Gregoria y Marika: Nos trataba como a una hermana

La Virginia nos pagaba nuestro salario y se preocupaba de nosotras las empleadas. Ella nunca nos ha tratado mal a las empleadas. Era muy buena, nos trataba como si fuera nuestra madre. Nosotras la llamábamos cariñosamente en quechua “niñitay”  [“mi niñita”]. Varios testigos afirman el sentido de la justicia de la Sierva de Dios que tenía un sentido bíblico al considerar que todas las personas humanas han sido creadas por Dios y tienen igual dignidad. Especialmente a las personas humildes las trataba con todo cariño y devoción y a los pobres a los que procuraba ofrecer una buena comida en los Comedores. El trato con los demás era de igual a igual, sin ninguna discriminación porque ella consideraba que todos éramos hechos por la mano de Dios, con la misma dignidad, y respetando también las limitaciones de cada persona porque ella comprendía.

 Justicia social

Virginia no intervino directamente en la política ni tampoco en discusiones públicas sobre el ejercicio del poder político. Prefirió mantenerse al margen de las cuestiones políticas partidistas y no se expresaba ni para alabar ni para criticar a los partidos y gobernantes que tuvo Bolivia durante el siglo XX en el que ella vivió. A raíz de la Revolución Nacional de 1952 y de la Reforma Agraria su familia sufrió la expropiación de sus terrenos enArani y sus hermanas, Alicia y Teresa, fueron perseguidas. Tuvieron que huir del país con sus esposos para no ser detenidas y pasaron varios años en un exilio voluntario. Virginia no fue afectada directamente por la reforma ya que ella anteriormente había permutado con su madre el terreno rural, recibido en herencia, por la casa familiar de la ciudad de Cochabamba. La Sierva de Dios no manifestó resentimiento frente al partido gobernante. Como profesora de religión siguió enseñando la doctrina de la Iglesia en las encíclicas sociales, pero evitando criticar directamente al Gobierno. En las reuniones de Acción Católica, donde había algunos miembros comprometidos con algunos partidos políticos, Virginia mostraba mucho conocimiento sobre la doctrina social de la Iglesia, pero cuando se trataba de discusiones político-partidistas prefería callarse y respetar las distintas posiciones. Pero por otra parte fue valiente para proteger a varias personas amigas frente a la persecución política despiadada del Gobierno contra a los terratenientes. Su cuñado y otro pariente estuvieron ocultos en la casa de Virginia durante dos meses, para evitarles el encarcelamiento y probablemente el destierro o incluso la muerte. Un testigo, pariente cercano de Virginia declara como durante la Revolución Nacional en Bolivia en el año 1953 los gobernantes del partido del Movimiento Nacional Revolucionario emprendieron una persecución contra los falangistas y sobre todo contra los terratenientes. Entre los más buscados estaban Carlos Sarabia, cuñado de Virginia y otro pariente, Presidente de la Asociación de Agricultores. Tuvieron que estar ocultos durante unos dos meses en la casa de Virginia en el centro de Cochabamba. En una oportunidad la policía allanó esa casa, pero no pudieron encontrarles porque fueron ocultados detrás de una estantería de libros que podía moverse.

¿Injusticia en el testamento?

 Algunas personas han criticado que Virginia en su testamento dejó la casa familiar sólo a su hermana Teresa, siendo así que su otra hermana Alicia, todavía viva, tenía dificultades económicas. Con ello indican que Virginia no cumplió la obligación de la justicia. Sin embargo, viendo los antecedentes y el mismo testamento, no fue así. Por lo que se refiere a la distribución de sus bienes antes de morir, certamente Virginia dio prioridad a las obras de caridad.Ya antes de morir, presintiendo la cercanía de la muerte, fue disponiendo del dinero en cuentas bancarias para el sostenimento de los Comedores Sociales de la Asociación de Mujeres de Acción Católica y para el Policonsultorio “El Rosario”, que estaban a su cargo. Por lo que respecta a la casa familiar y a los objetos que ella recibió en herencia, Virginia sabía que se trataba de un edificio del tiempo republicano con cierto valor artístico e histórico que no se podía dividir y que no sería fácil venderlo. Los mismos muebles, cuadros y otros objetos constituían un patrimonio familiar, que Virginia prefirió dejar intacto. Por ello prefirió dejar la casa íntegramente a su hermana Teresa pero con la condición de que ella debía seguir gestionando y financiando el Comedor Popular y el Policonsultorio con el alquiler de las tiendas situadas en la planta baja, tal como de hecho se ha cumplido por cerca de veinte años. En el testamento, cuidadosamente redactado, la Sierva de Dios anticipándose a las posibles críticas, explica las razones por las cuales deja la casa familiar únicamente a su hermana Teresa. Además, impuso a Teresa la obligación de dar en efectivo distintos montos compensatorios a su hermana Alicia y a cada hijo de su hermana difunta María Luisa de pagar los impuestos y además. La Sierva de Dios también informa en el testamento que había vendido una casa suya en condiciones muy favorables a su hermana Alicia. Cabe indicar que la situación económica precaria en la que se encontraba Alicia se debe en gran parte a la deficiente gestión de los bienes por parte de su marido. La misma Alicia en su declaración testimonial alaba la atención que Virginia tuvo con ella y no le hace ningún reproche. Al contrario alaba su piedad y caridad.