Pobreza y austeridad

Virginia pertenecía a una familia de prestigio. Si bien sufrió la expropiación de la hacienda agrícola en Arani, no le afectó directamente a Virginia, quien gracias a los alquileres de las tiendas en su propia casa y a otras propiedades que recibió tenía medios suficientes para llevar una vida de comodidad y lujos. Por eso causaba admiración y extrañeza que no vistiese elegantemente y no gozase de las comodidades y diversiones como hacían otras personas de su clase social.

Ella vivía con gran austeridad y vestía con extrema sencillez e incluso pobreza. No utilizaba maquillajes ni cosméticos. Su peinado, con un moño sencillo, y su ves  tido eran siempre los mismos. Solía llevar un abrigo bastante raído y unos zapatos muy usados, de tal manera que en la calle podía ser confundida con una persona pobre.

Su modo de desplazarse por la ciudad era caminando y raras veces tomaba un taxi para ahorrar dinero a favor de las obras de caridad. En su casa, aunque mantenía los objetos artísticos que heredó, Virginia vivía en una habitación bien sencilla y nada lujosa.

La casa servía para las reuniones de los grupos de oración y de Acción Católica y para la celebración eucarística en la Capilla. Una parte de la casa se dedicó al Comedor Popular y al Policonsultorio “El Rosario”, destinados a personas con escasos recursos.

La comida de Virginia consistía siempre en la misma dieta recomendada para diabéticos. No iba a fiestas ni a espectáculos profanos. Sólo asistía a festejos organizados por el grupo de oración, por la Acción Católica o con motivo de alguna celebración religiosa. Los viajes dentro de Bolivia eran por motivos apostólicos o en peregrinación a Copacabana. Fuera del país viajó pocas veces y siempre por motivos religiosos o médicos. En peregrinación viajó dos veces a Roma, una de ellas también a Jerusalén, o para ser atendida médicamente del glaucoma, un par de veces en Estados Unidos y una vez en España, aprovechando el viaje a Roma y Jerusalén.

Peregrinación de Virginia Blanco a Roma

Era meticulosa en cuidar los bienes y cobrar los alquileres de las tiendas alquiladas, ubicadas en la planta baja de la casa, ya que le servían para financiar las limosnas y las obras de caridad.

Aquí era sumamente generosa tanto en las limosnas que hacía personalmente, aunque casi en secreto, como en las obras de beneficencia que llevaba. De esa manera cumplía el voto de pobreza siguiendo a Jesús y dedicando sus bienes para el servicio a los pobres. Su vestido era muy sencillo, parecido a un hábito o uniforme, a veces usado y roto. Daba la impresión de ser una persona pobre.

No cambiaba el modelo, siempre con la misma figura y el mismo peinado muy simple. Rara vez cambiaba el modelo. Cuando recibía algunos obsequios, por ejemplo anillos o pendientes, los entregaba siempre a favor de los pobres. Virginia heredó juntamente con la casa lindos muebles y objetos artísticos. Pero la parte de su habitación privada era muy sencilla. No daba importancia a la casa ni a los objetos de valor. Simplemente los conservaba para dejarlos en herencia como patrimonio familiar, tal como hizo en su testamento. Cuando una hermana religiosa le pidió que le prestase una vajilla y cubiertos de plata para atender al Papa, la Sierva de Dios puso todo a disposición sin saber exactamente qué es lo que estaba prestando.