Castidad

La Sierva de Dios valoraba mucho la castidad virginal. Ya desde niña fue atraída por esa virtud que cultivo toda su vida. Además del entorno religioso familiar en el que vivía, mucho influyó en ella su Director espiritual, el P. Casimiro Morales, CMF, quien en ese tema era muy exigente. Casi nunca daba a besar su mano a las mujeres y las escondía bajo su camisa. Virginia en su niñez y adolescencia siguió también ese estricto modo de ser, hasta que ya siendo adulta, consultando con otros sacerdotes, corrigió esas rigideces. Virginia centró su vida el amor a Jesús, el Hijo de Dios, y en la Virgen María, modelo de pureza.

Toda la vida llevó con toda devoción la medalla de la Inmaculada Concepción, recibida al ingresar en la Congregación de las Hijas de María el 25 de marzo de 1936, llevándola fielmente hasta su muerte. De manera más explícita aunque manteniendo la reserva confidencial, hizo su consagración laical en el Grupo de Oración “Nuestra Señora de la Merced” el 21 de diciembre de 1961. Esta consagración en su grado más alto incluía los votos temporales de pobreza, castidad y obediencia, que según las normas se debían renovar cada año y que Virginia cumplió a cabalidad. Muchos testimonios hablan elocuentemente de la manera cómo la Sierva de Dios vivía la pureza reflejándola en la modestia en el vestir.

No llevaba ni pendientes ni joyas ni tampoco usaba maquillajes.Ya desde pequeña rehuía sistemáticamente los bailes, los espectáculos atrevidos y también las conversaciones procaces.

No se bañaba en piscinas, aunque tampoco criticaba a las mujeres que lo hacían. Rechazó la invitación de un profesional médico que manifestó su deseo de entablar relaciones serias con ella. Cuando trataba con varones, aunque su hablar era agradable, mantenía el recato y apenas levantaba la mirada. Por todo ello algunas personas cercanas, entre ellas Teresa su hermana, intuían que Virginia se había comprometida con algún voto de castidad.

Por otra parte la Sierva de Dios no tenía reparo en tratar temas delicados si era necesario o conveniente. Durante toda su vida mantuvo su corazón puesto en Dios y todas sus energías las empleó en glorificar al Señor. Cuidadosamente evitó ser provocación o motivo de escándalo para otras personas, sino que buscaba atraer a las personas con las que trataba hacia la fe y la caridad. Puede ser considerada como mujer íntegra, diáfana e incansable en su afán de servicio. Con esmero cuidó de mantener su alma pura para serle completamente agradable y útil a Dios. Un diácono, casado y padre de familia, miembro directivo de la Acción Católica, y un laico pariente de Virginia dan su juicio sobre la castidad de la Sierva de Dios: Virginia de ninguna manera quería ser ocasión de pecado. Habría querido morir antes que ser ella de alguna manera ocasión de pecado. Esa es mi percepción de la adhesión que tenía a la fe […]. Virginia era sumamente modesta y recatada. No se casó. Hubo más de un varón que ambicionaba casarse con ella, no sólo por su condición económica, sino sobre todo por ser una mujer virtuosa, pero ella nunca dio oportunidad. Es muy posible que hubiese hecho una renuncia para vivir su ideal de consagración laica. Virginia vivía la castidad con toda exactitud, pero no por ello criticaba a personas que eran más abiertas que ella, ni rehuía hablar de temas de sexualidad. Virginia era muy recatada y practicaba la virtud de la castidad. Yo creo que ella hizo el voto de castidad. Pero con ella se podía hablar abiertamente de temas como la sexualidad. Lo hacía con mucha madurez.